Omitir los comandos de cinta
Saltar al contenido principal
 
Bienvenido(a): Inicio de sesión
Bienestar Contigo > Entradasdeblog > TRASTORNOS ALIMENTICIOS - Segunda parte  

Bienestar Contigo > Entradasdeblog > TRASTORNOS ALIMENTICIOS - Segunda parte
 

 Entradasdeblog

 
noviembre 11
TRASTORNOS ALIMENTICIOS - Segunda parte

Alimentación

Los trastornos de alimentación han existido siempre y hay descripciones de ellos en muchos relatos de la Historia. Hace ya más de 20 años, se describieron ciertas conductas como síndrome, cuadro mórbido o enfermedad, por las consecuencias dolorosas y destructivas que tienen, tanto para quienes la sufren como para sus familias.

Este tipo de trastornos alimenticios afectan especialmente a jóvenes con edades comprendidas entre los 15 y 24 años, para ellos cuidar el cuerpo se ha confundido con perder kilos. El cuerpo flaco es el que se quiere imitar y cualquier aumento de peso es considerado una catástrofe perjudicial para la salud, algo así como una falta, cuyo castigo se paga en el gimnasio o con las dietas exhaustivas.

Detectando estos trastornos

Detectar un trastorno alimentario no es fácil a no ser que se produzca una bajada o subida de peso fuera de lo normal, o incluso debido a oscilaciones constantes de peso. Es importante estar atento a todas aquellas personas que acuden muy frecuentemente al baño, sobre todo después de las comidas.  También hay que observar si la persona en cuestión siente vergüenza al comer delante de los demás o reprime constantemente alimentos con un alto nivel calórico. Si una persona realiza compensaciones de forma reiterada, es decir, come lo que le apetece y después realiza ayunos, o come excesivamente ligero para compensar, puede que esté desorganizando su alimentación debido a su preocupación por subir de peso; algunas personas realizan estas compensaciones a partir del ejercicio físico, tanto si comen en exceso como si llevan una alimentación normal, y utilizan el deporte de forma indebida como intento de controlar su dieta.

Las personas que comen excesivamente rápido (de forma compulsiva y con ansiedad), pueden estar trasladando su malestar a la comida, comportamiento más propio de la bulimia nerviosa.  Por el contrario, si la persona tarda en exceso en terminar de comer, trocean la comida, la esparcen por el plato, se sienten saciadas demasiado pronto, y no disfrutan de ningún alimento, este hecho puede ser indicativo de un comportamiento más típico de la anorexia.

Cuando se convive con una persona que esconde comida por casa, o bien desaparecen cantidades importantes de alimentos de los armarios o nevera, es necesario prestar atención a todo lo mencionado anteriormente.

Generalmente, en los primeros momentos del problema, la familia y la persona afectada tienen consciencia de que está ocurriendo algo anormal, pero les avergüenza, no hablan de ello, niegan que pueda representar un problema y no acuden a la consulta de profesionales  de la salud.

Una persona que empiece a sospechar de sus hábitos en relación con la comida y con el peso debe aceptar, por mucho que le cueste, que está adquiriendo una enfermedad, grave, dolorosa y peligrosa y de la cual no es fácil salir por sí misma y necesita ayuda especializada.

La familia puede cobrar consciencia del trastorno al percibir los signos indicativos del mismo y la peculiar forma de actuar de estas enfermas.

Por último, un trastorno alimentario no sólo se puede detectar por la ingesta de comida, sino también por la imagen de la persona.   Si ésta se viste siempre de la misma forma o con ropa ancha sin mostrar nunca el cuerpo (incluso en verano), puede indicar que la persona no se encuentra satisfecha con su cuerpo.

Algunos Indicadores tempranos del trastorno son:

  1. Hábitos como el aumento importante de la actividad física. Disminución de las horas de sueño.
  2. Alteración de horarios de la ingestión de alimentos.
  3. Alimentación marcada por la práctica de dietas estrictas. Rechazo de la comida. Atracones de comida repetidos, incontrolados y secretos.
  4. Consumo de laxantes, diuréticos, píldoras adelgazantes.
  5. Aislamiento social y ocupar todo el tiempo en actividades “útiles”, por ejemplo, estudiar.
  6. Preocupación excesiva por su propia imagen y por lo que puedan pensar las demás personas sobre ella.
  7. Síntomas físicos como vómitos, ausencia de menstruación o pérdida significativa de peso.

Actuando cuando se ha detectado el problema

Si creemos que nuestra hija, hijo, un familiar, una amiga  o amigo puede estar padeciendo un problema de este tipo lo mejor es hablarlo directamente con ella o con él. Hemos de tener en cuenta que posiblemente no le resulte fácil hablar de ello, e incluso puede llegar a negarlo. Sin duda, seremos de más ayuda si intentamos ponernos en su lugar y tratamos de entender cuáles son sus miedos, dudas o preocupaciones.

Intentaremos convencerle/la de la conveniencia de acudir a su Centro de Salud, donde profesionales sanitarios le indicaran el tratamiento específico que deberá seguir.

También podemos buscar asesoramiento en las asociaciones y grupos de ayuda mutua. Allí nos informarán de las características de estas enfermedades, de las consecuencias que pueden llegar a tener y de los pasos que podemos seguir para ayudar a superarlas.

El tratamiento

Una vez diagnosticado el síndrome de trastorno del comportamiento alimentario la elección del tratamiento dependerá de las características de la persona que lo padece, su gravedad y tipo de enfermedad. El tratamiento debe ser múltiple, atendiendo a las complicaciones médicas, psicológicas y familiares que sucedan, por ello participarán en él profesionales de la pediatría, la nutrición y la salud mental.

En la medida de lo posible, el tratamiento debe hacerse por medio de los ambulatorios, pero en ocasiones ocurre que el estado de delgadez y desnutrición de la persona obliga a la hospitalización hasta que se produzca un incremento razonable del peso y cese el riesgo de muerte.

El tratamiento debe conseguir:

Con la familia:

En familia

  1. Informarla sobre la enfermedad y orientar sobre el tipo de conductas que tienen que realizar con la persona que padece el trastorno alimentario.
  2. Entrenar a los miembros de la familia, en su conjunto y  por separado, para que definan los problemas y conflictos, establezcan pautas de enfrentamiento y resolución, las planifiquen, realicen y evalúen posteriormente.
  3. Proporcionar pautas de acción y de interpelación entre los familiares para que expresen adecuadamente las emociones, evitando el silencio como un modo de  respuesta a los conflictos.
  4. En las primeras etapas del tratamiento, se intentará reducir la ansiedad que haya desarrollado la familia tras descubrir el problema.

Con la persona afectada:

Desde lo físico:

  1. Configurar hábitos de comida saludables tanto en la persona que padece el problema como en su familia.
  2. Determinar el peso adecuado para la edad y talla.
  3. La persona afectada habrá de conocer el valor nutritivo de los alimentos que consume con mayor frecuencia para favorecer un peso adecuado.
  4. Programar cuatro comidas al día, sin saltarse ninguna. Comer a la hora propuesta y cantidades razonables.
  5. Distanciarse de los productos light, del excesivo ejercicio físico y los productos llamados adelgazantes.
  6. Aprender a evitar las dietas de adelgazamiento, que alteran los hábitos alimentarios y son responsables de los atracones y conductas propias del trastorno.
  7. Llevar un registro y apuntar cuándo, cómo y qué es lo que come, al menos durante una semana.
  8. Identificar los momentos de riesgo en los que podría resultar más fácil llevar a cabo atracones, y buscar para esos momentos actividades incompatibles;  programarlas con tiempo.
  9. Lo más saludable es seguir un tipo de alimentación constante y en cantidad y variedad adecuadas.
  10. Cuidarse físicamente a favor de la salud y el bienestar.

Desde lo psíquico:

  1. Modificar las actitudes hacia el esquema corporal, el miedo a engordar y a perder el control con la comida.
  2. Ayudar a detectar las creencias irracionales en relación a la comida y al peso, así como modificar las distorsiones perceptivas sobre la propia imagen corporal.
  3. Restablecer una autoestima adecuada, que dé a la  persona seguridad en sí misma, al tiempo que modifica ideas distorsionadas e irracionales sobre su persona  y su relación con las demás.
  4. Suprimir el miedo al contacto corporal con los otros y el miedo a las relaciones sexuales.
  5. Mejorar el autoconcepto y el autocontrol: proporcionar a la persona puntos de referencia ajenos a su familia para que entienda sus reacciones y acepte sus fallos  e inseguridades.
  6. Saber utilizar los recursos personales para hacer frente a las dificultades y problemas de la vida sin recurrir a refugiarse en la comida.
  7. Establecer metas realistas y posibles. Comenzar por las más fáciles y felicitarse por cada progreso, aunque sea muy pequeño. Aumentar poco a poco la exigencia y el esfuerzo.
  8. Reconocer las cualidades por las que cualquier persona puede resultar atractiva y enumerar las propias.
  9. Confiar en alguien que pueda ofrecer su apoyo: un hermano, un amigo o un terapeuta.

Cada vez más familiares de personas enfermas se organizan en asociaciones para sensibilizar a la sociedad sobre estos problemas e intentan mejorar la atención de los mismos. Ofrecen información y asesoramiento gratuito y facilitan la posibilidad de participar en grupos de autoayuda. En estos grupos, familiares y enfermas(os), se reúnen para compartir experiencias, opiniones y buscar soluciones alternativas en común.

¿Cuál debe ser el papel de la familia?

  1. Cooperar con el profesional y seguir en casa las pautas que señale en las sesiones.
  2. Informarse, leyendo guías, folletos, manuales... sobre trastornos de la alimentación.
  3. Informar de cualquier recaída.
  4. Respetar a la persona que padece la enfermedad, mostrarle cariño y aceptación.
  5. Hay que insistir y procurar el desarrollo de hábitos  alimentarios correctos, siguiendo las orientaciones del terapeuta.
  6. Analizar otros problemas psicológicos de sus miembros o de la convivencia.

¿Cómo prevenir estos trastornos?

Como hemos dicho la anorexia y la bulimia nerviosas son la síntesis de una serie de factores por los que la prevención de los trastornos debe cubrirlos los niveles individual, familiar y social. Esto quiere decir que todas  y todos estamos implicados en su prevención: padres y madres, profesorado, personal sanitario, amistades, asociaciones juveniles, entre otras.

La familia

Dado que estos trastornos se presentan principalmente durante la adolescencia y primera juventud, el papel de la familia es fundamental.

La familia no es culpable del trastorno, pero debe implicarse en la detección del problema, en el tratamiento y, por supuesto, es el fundamental agente preventivo.

No sólo se trata de estar pendiente de los comportamientos de la hija o hijo con la comida, sino saber qué aspectos en su vida pueden estar resultando difíciles. Es importante no apresurarse a quitar importancia a sus comentarios y entender que sus preocupaciones son muy importantes para ellos.

Es fundamental revisar si en la familia hay dificultades en la comunicación o a la hora de resolver los conflictos: si se exageran, se niegan o se intentan resolver siempre  a través de la agresividad o de culpas mutuas.

Es conveniente facilitar la expresión de los sentimientos, incluidos los negativos. Si no se hace, se favorece a que se expresen de manera indirecta, por ejemplo, a través de la comida. Para algunas personas comer de forma compulsiva o no comer llega a convertirse en la única forma de expresar emociones totalmente normales como el enfado o la ira.

También las madres y los padres han de preguntarse si se establecen límites y normas adecuados a la edad de sus hijas e hijos, o si estos son escasos o bien excesivos, impidiendo su autonomía y maduración.

Individualmente

Buena alimentación

Debemos aprender a desarrollar un sentido crítico hacia los mensajes que constantemente lanzan los medios de comunicación y rechazar el canon de esbeltez propuesto por la moda.

Asimismo, tenemos que conseguir apreciar las cualidades importantes como el conocimiento, las habilidades sociales, la generosidad y empatía, el cuidado inteligente del cuerpo y de la apariencia, nuestra higiene, la forma de hablar, de moverse, de gesticular, de dirigirse a los demás, de sonreír.

Ante todo hay que mantener el sentido del humor. Hay que reírse de uno mismo, no esperar a que lo hagan los demás y permitirnos ser como queremos ser y no como quieren los demás que seamos.

Socialmente

Es deber de todas las personas denunciar la utilización que los medios de comunicación y la publicidad hacen de la imagen de las mujeres, ya que generalmente ésta no es real (se idealiza) ni responde a la diversidad de las mismas.

Estaremos realizando prevención si educadores, familia y mediadores sociales ayudamos a los y las adolescentes a desarrollar un juicio más crítico sobre el ideal de belleza,  a formarse sus propios valores, a apreciar su cuerpo con todas las posibilidades que éste ofrece, y no solo las estéticas. Debemos animarles a elegir modelos positivos y respetar las diferencias interpersonales

Aquí te dejamos un video…puedes ayudar a alguien

 

 Error ‭[2]‬

 
Error de elemento web: Acceso denegado. No tiene el permiso necesario para realizar esta acción o tener acceso a este recurso.
 

 Error ‭[1]‬

 
Error de elemento web: El formato de una de las propiedades del elemento web no es correcto. Microsoft SharePoint Foundation no puede deserializarlo. Compruebe el formato de las propiedades y vuelva a intentarlo.

Inicio rápido